17/11/10

Actos del 20-N, cada uno en su casa y Dios en la de todos

Atribuyen a Cevantes el refrán que titula la entrada. No podía encontrar mejor dicho a los acontecimientos programados para el próximo 20 de noviembre por cada uno de los grupos aspirantes a la categoría de falangistas. Es paradójico el intento de cerrar filas en torno a cada una de las facciones divididas, la sensación es que a ninguna le interesa la exposición de las ideas, de los postulados ni siquiera ya de la propaganda que la fecha propicia, con sus siempre encendidos nostálgicos exhuberantes de mostrar al mundo lo patriotas que pueden llegar a ser en un solo día, dando incluso lecciones de maestría sobre lo que debemos hacer los que aguantamos gustosamente el frío y no tan gustosamente su ofensivo rollete vacío de contenido.

No intento hacer una convocatoria a la manida Unidad Falangista, porque considero que existen pocos falangistas y porque este humilde escritor no es nadie para proponerlo. Tampoco sueño con un acto conjunto; desde fuera, libre de apegos y compromisos con unos y con otros, creo que sería lo más recomendable, tal y como está el patio, y peor que se va a poner. Mas no pretendo enjuiciar cada uno de los discursos, de las consignas y del ambiente que ofrezca cada uno; lo harán los portales que se dedican a cubrir esa información y que son populares por ello.

Pero es necesario hacer un llamamiento a la coherencia, a la buena voluntad y al entendimiento por el bien de España y por el bien de la Falange. Desde hace mucho tiempo los distintos grupos azules han adoptado una posición soberbia, el planteamiento es ávaro y tendrá seguramente poco que ver con la concepción caritativa y patriota de la política, todos se erigen en casa común de los falangistas, todos son la auténtica falange; unos por las siglas históricas, aunque sea lo único que han heredado de la Falnge fundacional, otros porque en el momento de la desapareción de la Falange por el decreto de Unificación vieron en Hedilla la resistencia y siguen atribuyéndose por esto, su autenticidad. Otros que según el Congreso de no sé cuando las siglas fueron a parar al grupo adversario pero la legitimidad de ejercicio la ostentan ellos. Espero que las luchas intestinas pasen a un segundo plano, supongo que no hemos sufrido suficientes dificultades para ello aún.

Deberíamos abandonar el juego de la política parlamentaria, en el que nunca tendremos opciones y si las tenemos la responsabilidad será mayor al bien que podamos realizar, y dirigir todos nuestros esfuerzos a construir una nueva sociedad. A recuperar el campo de la Política artesanal por el que los hijos de la Hermandad de la Falange perdieron su vida. Ese campo está en barbecho, el abandono que de él hizo la dictadura militar y la revolución de la dictadura partitocrática ha segado en varias décadas la siembra que germinó gracias a aquellas semillas que fueron los caídos de la Falange. Por ellos serán muchos los rincones de España donde durante estos días se rece la Oración que escribió Rafael Sánchez Mazas:

Señor, acoge con piedad en tu seno a los que mueren por España y consérvanos siempre el santo orgullo de que solamente en nuestras filas se muera por España y de que solamente a nosotros honre el enemigo con sus mayores armas.

Víctimas del odio, los nuestros no cayeron por odio, sino por amor, y el último secreto de sus corazones era la alegría con que fueron a dar sus vidas por la Patria. Ni ellos ni nosotros hemos conseguido jamás entristecernos de rencor ni odiar al enemigo, y tú sabes, Señor, que todos estos caídos mueren para libertar con su sacrificio generoso a los mismos que les asesinaron, para cimentar con su sangre joven las primeras piedras en la reedificación de una Patria libre, fuerte y entera.

Ante los cadáveres de nuestros hermanos, a quienes la muerte ha cerrado sus ojos antes de ver la luz de la victoria, aparta, Señor, de nuestros oídos las voces sempiternas de los fariseos, a quienes el misterio de toda redención ciega y entenebrece, y hoy vienen a pedir con vergonzosa ingencia delitos contra los delitos y asesinatos por la espalda a los que nos pusimos a combatir de frente.

Tú no nos elegiste, Señor, para que fuéramos delincuentes contra los delincuentes sino soldados ejemplares, custodios de valores augustos, números ordenados de una guardia puesta a servir con amor y con valentía la suprema defensa de una Patria. Esta ley moral es nuestra fuerza. Con ella venceremos dos veces al enemigo, porque acabaremos por destruir no sólo su potencia sino su odio.

A la victoria que no sea clara, caballeresca y generosa preferimos la derrota, porque es necesario que, mientras cada golpe del enemigo sea horrendo y cobarde, cada acción nuestra sea la afirmación de un valor y una moral superiores.

Aparta así, Señor, de nosotros, todo lo que otros quisieran que hiciésemos y lo que se ha solido hacer en hombre de vencedor impotente de clase, de partido o de secta, y danos heroísmo para cumplir lo que se ha hecho siempre en nombre de una Patria, en nombre de un Estado futuro, en nombre de una cristiandad civilizada y civilizadora. Tú sólo sabes con palabra de profecía para qué deben estar" aguzadas las flechas y tendidos los arcos" (Isa. V, 28). Danos ante los hermanos muertos por la Patria perseverancia en este menosprecio hacia las voces farisaicas y oscuras, peores que voces de mujeres necias.

Haz que la sangre de los nuestros, Señor, sea el brote primero de la redención de esta España, en la unidad nacional de sus tierras, en la unidad social de sus clases, en la unidad espiritual en el hombre y entre los hombres, y haz también que la victoria final sea en nosotros una entera estrofa española del canto universal de tu gloria.