29/10/09

Tribuna "José Antonio"



Como estaba previsto, el martes 27 de Octubre, ocupó la Tribuna José Antonio Rafael Rodrigo Fernández, profesor de Historia Moderna y Contemporánea, especializado en temas militares, que disertó sobre "La guerra de los 30 años" (1668-1648), que se desarrollaría durante los reinados de Felipe III y Felipe IV y que hizo visible el declive de la hegemonía española en el mundo. Como es habitual, hizo la presentación Luis López Novelle.A pesar de tratarse de un tema histórico acaecido en el siglo XVII, el conferenciante supo desde el primer momento, captar la atención del público y mantener vivo su interés durante toda la conferencia.
Aunque teóricamente la Guerra de los 30 años se inicia por motivos religiosos, entre los partidarios de la reforma y la contrareforma dentro del Sacro Imperio Germánico, la intervención gradual de las distintas potencias europeas debido a las alianzas, hacen que en esta guerra confluyan interes de todo tipo, incluyendo la lucha por el poder en Europa. El punto de arranque de esta guerra se halla en la conocida como Segunda Defenestración de Praga, cuando los dos representantes del emperador germano Fernando II son arrojados por la ventana de un palacio, por los calvinistas de Bohemia. No contando con fuerzas suficientes para aplacar los distintos focos de revuelta, Fernando II pide ayuda a su sobrino y yerno Felipe III, rey de España.

Pero España, ya bajo el gobierno de los validos, no tiene la fuerza de antaño y muestra sus signos de debilidad en una Armada que carece de los medios materiales necesarios para ser eficaz en una lucha por el control de los mares. Dicha carencia tambien se deja sentir en infantería en batallas de cobran miles de vida de soldados. En relación a una de ellas, en concreto a la sangrienta batalla de Rocroi, en la que cae lomá granado de los tercios de Flandes-, cuentan que el joven Luis II de Borbón-Condé, que estaba al frente del ejército francés, al ver el campo lleno de cadáveres, preguntó a un soldado español moribundo que cuántos eran los combatientes españoles, a lo que el soldado responde "Sire: Contad los muertos". Al parecer, la anécdota dada por cierta por muchos historiadores, es más fruto de la imaginación popular que realidad histórica.

Una de las consecuencias de esta guerra es la pédida definitiva de Portugal, corona que Felipe II había recuperado para España. A partir de entonces, Portugal queda bajo la influencia de Inglaterra, influencia funesta para España ya que muchos años más tarde, durante la Guerra de la Sucesión, esta permitirá a los ingleses mantener su flota en puertos lusitanos controlando el Atlántico y mantener su presencia en Gibraltar.La conferencia dio pie a un animado coloquio con los asistentes, que se mostraron muy interesados con el enfoque que Rafael Rodrigo había dado a su disertación. Fue, sin lugar a dudas, una conferencia muy interesante.

26/10/09

Carta primera. 29 de octubre de 1933


Esta fecha importante corresponde al día en que José Antonio pronunció, en el Teatro de la Comedia de Madrid, su discurso fundacional de la Falange. Puso en él todo el entusiasmo de un hombre de servicio, impaciente por hacer crítica de lo que en esos tiempos difíciles existía en España y saliendo al paso, con su enorme ímpetu juvenil, de todas aquellas cosas, actitudes y derroteros confusos por los que se atravesaba.

Con una dialéctica profunda, aunque sencillamente asequible, marcó la pauta de una serie de puntualizaciones de muy diversa factura; señalando peligros y situándose en la posibilidad de estar ante un riesgo aún mayor, dispuesto a no cejar en su esfuerzo, y multiplicar a cualquier precio cuantos aditamentos fuesen necesarios para lograr unos objetivos, previsoramente estudiados, que llegaran a buen puerto.

Por eso el Fundador de Falange Española señaló en este vibrante discurso madrileño todo un programa de acción. Un análisis concienzudo en donde marcó las premisas fundamentales que debían animar, tanto a él como a los hombres de su generación -a sus seguidores-, en esa tarea de incorporar a España la eseranza cierta de un mañana más alentador.

El político español, cuando hace referencia al Estado Liberal, señala que vino a depararnosla esclavitud económica. Porque a lo obreros, con un cierto y definido trágico sarcasmo, se les decía: "Sois libres de trabajar lo que queráis; nadie puede compeleros a que aceptéis unas u otras condiciones; ahora bien: nosotros somos los ricos, os ofrecemos las condiciones que nos parecen". Y luego, más adelante, se les manifestaba en parecidos términos: "Pero vosotros, ciudadanos pobres, si no aceptáis las condiciones que nosotros os impongamos moriréis de hambre, rodeados de la máxima dignidad liberal ".

Como veréis este es un sarcasmo que le hiela la sangre a cualquiera, o que le crispa los nervios al más pintado. Aquí, si se quiere, ya no se trata de actitudes meramente ideologizantes; es que maldita la hora en que estas cosas se decían. ¿Para quién podía suponer esto un elemento de convencimiento? Pero ¿acaso podía ser esta una opción humana? ¿Ni tan siquiera en su más elemental contextura? Esto suena a miseria. Pura miseria. Y si no, entresaquemos un párrafo del Fundador cuando dice: "que los trabajadores del campo -los campesinos-, que trabajaban de sol a sol -como siempre-, y que se doblaban sobre la tierra, abrasadas las costillas, y que ganaban en todo el año, gracias al libre juego de la economía liberal ... setenta u ochenta jornales de a tres pesetas".

Por eso el pensador manifiesta, en esta otra gran preocupación suya del mundo obrero, que: "Por eso tuvo que nacer, y fue justo su nacimiento (nosotros no recatamos ninguna verdad), el socialismo. Los obreros tuvieron que defenderse contra aquel sistema, que sólo les daba promesas de derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida justa".

Creo que muchos jóvenes que no conozcan muy a fondo el pensamiento joseantoniano quedarán un poco sorprendidos por el juicio expresado en la frase anterior. Pero a la par de esta honesta observación, José Antonio, a la altura de su tiempo, señalaba también en este discurso fundacional que "el socialismo, que fue una reacción legítima contra aquella esclavitud liberal, vino a descarriarse ... ".¿En qué se fundamentaba el pensador para hacer esta afirmación? Argüía tres puntos básicos de este supuesto desarrío: por el hecho de marcar una pauta de interpretación materialista de la vida y de la historia; de otro lado, un sentido de represalia y, en último extremo, que era una proclamación del dogma de la lucha de clases. Porque ese socialismo que analizó José Antonio en su época no era sino una expresión en donde se suprime lo espiritual; no ve en la Historia sino un juego de resortes económicos y, entre otras cosas, que la Patria es un mito para explotar a los desgraciados. De ahí que el pensador manifestara que ese socialismo no hablaba nada más que de producción, de organización económica. Y hasta el extremo de decir José Antonio: "Asi es que los obreros tienen que estrujar bien sus almas, para que no quede dentro de ellas la menor gota de espiritualidad".

Otros muy diversos temas planteó el pensador en su vibrante discurso madrileño. Su expresión más firme es que Falange Española no es de derechas ni de izquierdas. Porque en el fondo -dijo José Antonio-, la derecha es la aspiración a mantener una organización económica, aunque sea injusta, y la izquierda es, en el fondo, el deseo de subvertir una organización económica, aunque al subvertirla se arrastren muchas cosas buenas.

Al paso de todas estas consideraciones, el pensamiento joseantoniano mostraba muy diferentes rasgos de análisis de cuestiones palpitantes y actuales. Por eso indicaba el querer que "todos se sientan miembros de una comunidad seria y completa". También, "que no se canten derechos individuales de los que no pueden cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el hecho de serlo, la manera de ganarse con su trabajo una vida humana, justa y digna".

Al fijar su referencia en el hecho religioso manifiesta que el espíritu religioso -al que considera clave de los mejores arcos de nuestra Historia- admite que sea respetado y amparado como merece; pero sin que por eso el Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni comparta funciones que sí le corresponde realizar por sí mismo.

Un párrafo que nos invita a la reflexión de esta síntesis expositiva, es cuando señala que su movimiento político no es una manera de pensar, es una manera de ser. Por eso añade, ya en la última parte de su discurso fundacional: "No debemos proponernos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa".

23/10/09

Los poetas de la División Azul (I)

Composición aparecida en el nº 13 de la "Hoja de Campaña" con fecha 4 de febrero de 1942. Con ella, su autor, bajo el seudónimo de Panta Bada, rendía homenaje a los héroes del Wolchow, muertos en la posición Intermedia, en la madrugada del 27 de diciembre de 1941.

Héroes que honrarían a su General Muñoz Grandes, que en una mezcla de coraje e ira le dijo a Von Chappuis: "Mis soldados lucharán hasta la muerte", cuando el general alemán planteó la posibilidad del relevo de las tropas españolas ante su depauperado estado.

Héroes que soportaban temperaturas de hasta - 36º, con una ventisca que limitaba la visibilidad a pocos metros y que hacía gritar desesperadamente las órdenes a los oficiales para que pudieran ser oídas por sus guripas.

Héroes como el falangista Dionisio Acebal, que junto con otros 4 anticarristas fue sorprendido por los partisanos para posteriormente ser torturados, mutilados, los ojos saltados y finalmente colgados de árboles. Héroes como Vicente Gaceo del Pino, amigo personal de José Antonio que murió en Udarnik a la vez que gritaba un ¡Arriba España! a los cuatro vientos. Héroes como Mariano Ferrer, falangista tres veces herido en el combate y que además sufrió la congelación de todos los dedos de ambas manos, por lo que tuvieron que serle amputados. Héroes como Corella, falangista de Valencia, que estableció por su cuenta una breve tregua por ser la mañana de Navidad, y prefirió advertir con un inocuo rafagazo desde su puesto de vigilancia a un "ruski" despistado en busca de leña. Héroes como el camarada Juan Eugenio Blanco, que ante lo desesperado de la situación recomendó trágicamente a los muchachos de su dotación que "murieran de la mejor manera posible".

Héroes que cumplieron de forma conmovedoramente patética la orden de su general de no retirarse, sino resistir "como si estuvieran clavados al terreno". Las hordas comunistas, quizá temerosas de que el valeroso enemigo pudiera erguirse nuevamente, clavaron a muertos y heridos al suelo con picos. Héores al fin, los que en bravo contrataque consiguieron recuperar la posición, y que ante el estremecedor campo de batalla, persiguieron a los rusos en retirada con furia y sin la pretensión de hacer prisioneros.

Héroes todos del Wolchow que hicieron proclamar a Muñoz Grandes. "Duro es el enemigo y más duro en invierno ruso ... pero más duros aún son mis hombres". Su fuerza es nuestro orgullo.
"LOS LEONES CLAVADOS"
Entre canciones rubias de trigo primavera,
quedaron clavadas en la tierra y en el cielo:
besaron recuerdos de España y mujeres
e hicieron cruces de mártir en cristal de hielo.
-"Retroceder, no es posible: -les dijo el general;
ahí tenéis que quedar como clavados".
-"General, tú lo mandas: ¡los leones moriremos!
la muerte es un servicio de soldados".

Y quedaron los cuerpos en la fría madrugada
con la Orden grabada en los ojos abiertos
lo ordenó el General y lo han cumplido:
ni un sólo león faltó a la cita de los "Héroes Muertos".

¡Wolchow! Cementerio español hecho a la Hazaña,
cuando vuelvas a llorar en primavera,
di al viejo Tolstoi y a Rusia entera,
que aquí mismo lloró Muñoz el Grande,general de España.

¡Angel Azul! Besa los ojos de los Héroes Bellos
haz que la luz eterna de todos los luceros que encendió el profeta
brille eternamente sobre el río Wolchow y sobre "Ellos".


22/10/09

No al Aborto. Abajo el Sistema


Han pasado varios días desde la última multitudinaria manifestación a favor de la vida y en contra del aborto y de los que, por qué no decirlo, quieren que el mayor genocidio de la Democracia tenga uso legal. La manifestación ha tenido una participación masiva y ha movilizado a una gran masa social; el motivo lo requiere, como escriben en otro blog, ha sido un día histórico.

El drama del Aborto y el interés de la progresía aldeana e internacional por conseguir que el asesinato de un inocente sea un derecho que otorga NADA MÁS y nada menos que el Estado y la última decisión sobre la vida de una criatura la tenga la madre; no había sido capaz de reunir a tantos, si que en los primeros años de la Dictadura democrática, fueron miles los católicos que se resistieron a los primeros indicios de interrumpir embarazos que querían "legalizar" los gabinetes de Felipe González; después poco a poco, entre la ignoracia de algunos, el egoísmo de muchos y la pasividad de casi todos, las cifras del Aborto han ido paulitanemente aumentando y la réplica y la protesta de la calle ha ido disminuyendo, por una razón muy sencilla. A la progresía le gusta el tema, ellos siempre han sido partidarios de suplantar la jurisdicción del Altísimo (algo muy propio también del maligno) y a partir de la Ley de despenalización de 1985 celebraron el Aborto; el votante de derechas, "SUPUESTAMENTE" convencido de estar en contra del Aborto no ha querido rebelarse contra el partido del MAL (la propia palabra debe repuganrnos) Menor que no sólo mantuvo los supuestos por los que se podía asesinar a una criatura en el vientre de la madre sino que, amplió la despenalización del Aborto con la liberalización de la luctuosamente famosa píldora abortiva, RU-486. Por tanto, en 2004 llegamos a una situación de silencio sobre el Aborto; los que estaban a favor no hablaban porque sabían que se estaban practicando abortos libremente y la mayoría de los que estaban en contra callaban cobardemente porque el PP estaba al frente del Gobierno.

Cifras exactas de abortos durante los mandatos de González y Aznar

Los abortos legales realizados en durante el periodo de Felipe González, desde el 5 de Julio de 1985 (sanción Regia de la despenalización) hasta el 5 de Mayo de 1996 (Toma de posesión de Aznar), fueron 359.624

1985 = 9

1986 = 467

1987 = 17.766

1988 = 26.069

1989 = 30.552

1990 = 37.231

1991 = 41.910

1992 = 44.962

1993 = 45.503

1994 = 47.832

1995 = 49.367

Desde 01/01/1996 hasta 05/05/1996 = 17.956
Los abortos legales realizados en durante el periodo de José María Aznar desde el 6 de Mayo de 1996 (Primer día de gobierno) hasta el 17 de Abril de 2004 (Toma de posesión de Rodriguez) fueron 511.429.

Desde 06/05/1996 hasta 31/12/1996 = 33.046
1997 = 49.578

1998 = 53.847

1999 = 58.399

2000 = 63.756

2001 = 69.857

2002 = 77.125

2003 = 79.788

desde 01/01/2004 hasta 17/04/2004 = 26.033

(Fuente: Subdirección General de Promoción de la Salud y Epidemiología)

Abajo al Sistema

Ahora la izquierda, no sólo ha librado a las jóvenes de entrar a una consulta a por la receta para la píldora sino que quiere regular la Ley, mediante unos plazos, donde al final, abortará quién y dónde quiera. El presidente del Partido Popular, en un intento de ponerle una vela a Dios y 100.000 al Diablo, ha afirmado que desde su partido defienden la vida por que defienden la ley del aborto de 1985, la de Felipe Gonzalez, que contó con la mayor contestación social que ha tenido ningún acto político en España. Recordémosle que esa ley no defiende la vida y que se la ha quitado ya a más de un millón de españoles.

Pero por encima de la disputa entre dos partidos abortistas, que utilizan el Aborto, como todo, como arma política con la que atacar o defenderse porque no creen en la Vida y porque no creen en el milagro de Dios; DEBEMOS ESTAR NOSOTROS, ajenos a disputas de partido, ajenos también a opiniones interesadas y cargadas de pura ideología, ajenos, incluso al propio Sistema; para GRITAR alto y claro, donde se nos oiga, allí donde nuestro deber sea proclamar y defender la Verdad, a pesar de todo; para ACUSAR a este Estado traidor e ilegítimo de ASESINO y al ABORTO de GENOCIDIO y negocio DEMOCRÁTICO. Porque qué Lealtad tiene un Estado que mantiene un régimen contra el Bien común, y qué legitimidad tiene un Estado que está orientado en contra de la Ley Natural, qué Estado noble desea otorgar derechos para matar libremente al Inocente. Rebélate contra el Sistema por Caridad, porque ninguna mayoría, ningún partido político, ninguna clase social, ninguna región, pueden decidir en esto.

14/10/09

Cartas a la Juventud sobre José Antonio


Con el debido respeto y la debida licencia intelectual, con el ánimo de difundir los postulados de la revolución nacional sindicalista que España necesita, iremos publicando (y comentando), a lo largo de las próximas semanas, las trece cartas de las que consta el libro "Cartas a la Juventud sobre José Antonio" escrito por Manuel Martínez Ferrol, editado por Ediciones del Movimiento e impreso por Gráficas EMA de Madrid en 1.975. Para empezar reproduciremos el prólogo escrito por el autor.

P R O L O G O

Aunque no queráis creerlo, resulta un poco difícil lanzarse a esta aventura de esbozar, aunque sólo sea con unos pocos retazos del pensamiento joseantoniano, las líneas esenciales que marcaron la vida y la obra de este español. José Antonio, a la vista de 1975, es todavía un hombre polémico. Un hombre al que se le quiere sacar de su pensamiento, todo aquello que resulta beneficioso y favorable a la coyuntura de nuestros días. Su ideario, aunque algunos lo consideran un tanto desfasado, está ahí, como vigia permanente; porque de él se arrancan y deducen las perspectivas más alentadoras para la España nuestra de cada día.


Me he permitido en esta serie de cartas no ajustarme a meros datos biográficos, ni tan siquiera anecdóticos. Pretendo ir más allá, para encararme con el pensamiento de un hombre que dió la vida por España. No voy a dejarme llevar por hechos nostálgicos, ni tan siquiera evocadores; sólo trato de presentar a un José Antonio combativo, cuyo ímpetu juvenil en muchos corazones de hombres de su generación. Este epistolario, que me ha llevado muchos meses de trabajo, de contemplación de los escritos y discursos de José Antonio; del análisis y reflexión sobre aquellas parcelas que, a mi humilde criterio, son todavía válidos bastiones de lección y ejemplo. No pretendo sentar las bases de una tesis romántica, acaudalada con palabras presas de un encendido sentido de la nostalgia. Porque soy un hombre que no conoció la guerra, ni tampoco la época gloriosa de un José Antonio valiente y luchador. Soy muy posterior a todo eso, pero he comprendido que merecía la pena sentarse en la máquina y reflejar todo lo que buenamente puede dirigirse a nuestra juventud. Antes, las evocaciones se oían o escuchaban de hombres muy curtidos de grandes experiencias vitales, asomados quizás a la nostalgia de un pasado. Hoy podemos hablar entre nosotros. Entre los jóvenes de España que "todavía" quieren conocer a José Antonio.


No quisiera que el intento literario quedara circunscrito a un oportunismo de ocasión. Que la semblanza fuese un trillar más la amplia gama política de un hombre singular. No trato, sin embargo, de descubrir nada nuevo. Solamente intento, meditado y comedido, de entresacar todos aquellos aspectos,- entre otros muchos, que posiblemente queden en cartera-, que aún tienen un talante de vigencia. No de una vigencia "mantenida" en razón de alienantes deseos, sino una vigencia fruto de una contemplación entre objetiva y desapasionada de frases y pensamientos que si bien resumen, con su tono y medida, el perfil de una época, hay en su trasfondo una traslación a nuestro tiempo presente. Ese intento, repito, es como un reto y es el que marca la pauta esencial de este libro. No es un epistolario para reincidir, sino para sugerir todo aquello que pudiera invitar al diálogo y a la reflexión. Sin parar en estaciones de oportunismo o búsqueda de consuelo. Ni tan siquiera de elucubración sobre frases, hechos y pensamientos que, aun careciendo de una unidad cronológica formal, sí, en cambio, se transformen en factores determinantes de cómo un hombre pensó y habló con sentido de comunidad y no de partidismo. Que por encima de todo creyó en la Verdad y la unidad de la Patria; por encima y por debajo de nimias aspiraciones frívolas. Porque José Antonio fue un hombre combativo hasta el final, seguido de hombres resueltos a defender la unidad de la Patria, que era lo que entonces estaba más predispuesto a resquebrajarse.

La contemplación y la reflexión no puede ser una gratuita tarjeta de invitación a vencer el desaliento con meras palabras. Me explico. No puede resultar gratuita una llamada a las tesis formuladas por un hombre que sirvieron de cauce a un ancho panorama de realidades; cuando el desaliento estaba más que afirmado y la ofuscación diversificada en todos los vericuetos posibles de confusión y desánimo. Cuando la España anterior a una conflagración civil se tambaleaba cual barco en alta mar, metido en el centro de una estremecedora tempestad. Mas no quiero hablar de guerra, ni de viejas rencillas. Sino de la esperanza de cada día. No quisiera, tampoco, que las fechas o citas invitaran a la sugerencia del matiz reaccionario o al simple deseo de vivir sobre viejos laureles de tiempos ya pasados. Este hombre pasó a la historia contemporánea de España pagando el mayor precio. Su vida. Y eso es demasiado importante como para quedarse con los brazos cruzados y no manifestar un ineludible deseo de comunicación sobre los distintos estadios de su pensamiento, extraordinariamente viril y luchador. Me alejo de toda comprometedora alusión que pueda suponer el tachar este humilde intento como evocación encendida del pasado ya muerto ...


¿Cómo puede morir algo cuando tiene garantía de vigencia? ¿ Cómo se puede arrinconar en un baúl el bagaje alentador del pensamiento joseantoniano? Muchas incógnitas de estas podrán suscitar que, este autor, está aún arrimado al viejo barco de las evocaciones nostálgicas. Ni hay edad para ello ni tampoco la larga experiencia de un pasado lleno de sufrimientos. No quiero ceñirme a ningún eslabón que me una con el pasado, más o menos inmediato, ni tampoco con el futuro de los que no creen ya en la vigencia de su pensamiento. A esos, posiblemente, esté dirigido, esencialmente, este libro. Un epistolario sencillo y humilde, de la mano y la obra de un hombre que, aún a estas alturas de 1975, puede darnos la clave para remozar nuestros espíritus y para mirar a España con las constantes vitales de una continua lucha por la unidad. Porque unidad es la aspiración histórica por la que más han luchado todos los pueblos. Unidad y valentía para acometer los embates del presente y del futuro, no dando paso ni tregua a aquello que, simulando este u otro contenido, quiere ser elemento de disgregación o prototipo de encuadramiento que atente contra esta elemental misión de nuestro tiempo. La unidad y la superación de los problemas más inmediatos que, por contemporáneos, exigen la capacidad necesaria para una solución claramente apetecible por todos. Todo problema contemporáneo sabe ajustarse a las premisas de una época, pero no por eso se debe olvidar la experiencia del pasado. Cuando, sobre todo, este es un manantial de lecciones y ejemplos que siempre hay que mantener en permanente línea de servicio. Un servicio para todos y una lucha, sin desaliento, para obtener cada día, cada año, cada época, la justicia social para todos. Si esto puede suponer un retroceso en técnicas de orientación y planteamiento; si esto, en definitiva, se trata o menosprecia con abstenciones e indiferencias ... jamás podremos pensar en el futuro alentador de las realidades. Sirva esto como principio a este intento. Porque no es la anticipada expresión de un prejuicio, sino la sencilla alusión de un planteamiento conforme a unos principios éticos, cuya tónica se amolda al deseo de seguir redescubriendo o cotejando en el pensador sus más firmes y permanentes constantes. Con ellos, lo que puede ser evocación deja más tiempo y espacio al realismo crítico y combativo de un hombre, que nació para el mundo de la política, teniendo como norte la denuncia sin tregua de un desolador acontecer español.

12/10/09

Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad

por Monseñor Zacarías de Vizcarra

En varias oportunidades y en diversas revistas he aclarado conceptos inexactos o confusamente expresados que corren por los libros y la Prensa acerca de los orígenes históricos del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad, por atribuírseme a mí equivocadamente la invención material de ese vocablo, al mismo tiempo que se pasan por alto interesantes circunstancias históricas que señalan el punto de arranque del hermoso movimiento que se distingue con dicho nombre.

Fue mi gran amigo D. Ramiro de Maeztu uno de los primeros que me atribuyeron la creación del vocablo «Hispanidad» en su libro Defensa de la Hispanidad, publicado a principios de 1934. El ejemplar que me envió a mi residencia habitual de Buenos Aires lleva esta dedicatoria autógrafa: «Al Rev. P. Zacarías de Vizcarra, creador del vocablo 'Hispanidad' con la admiración y la amistad de Ramiro de Maeztu.» Y en la página 19 de la obra se lee: «La palabra se debe a un sacerdote español y patriota que en la Argentina reside, D. Zacarías de Vizcarra.»
El inolvidable Cardenal Gomá, en su famoso discurso del teatro Colón, de Buenos Aires, se refirió en términos parecidos al origen del vocablo: «Ramiro de Maeztu –dijo– acaba de publicar un libro en 'Defensa de la Hispanidad', palabra que dice haber tomado del gran patriota Sr. Vizcarra y que ha merecido el 'placet' del académico D. Julio Casares.» (Juan Gil Prieto, O. S. A., «La Sección Española del XXIII Congreso Eucarístico Internacional», Buenos Aires, 1934, pág. 425.)

En el número de febrero de 1936, la revista madrileña «Hispanidad» repetía la misma idea: «Mucho y bueno sabe D. Ramiro de Maeztu –escribía– de la fecunda labor que en la Argentina ha realizado y sigue realizando el autor de la palabra 'Hispanidad'.» Con frase más precavida, por recordar quizá alguna de mis aclaraciones anteriores, escribía así en su obra Ideas para una filosofía de la historia de España el docto catedrático D. Manuel García Morente: «¿Cómo designaremos eso que vamos a intentar definir y simbolizar?... Existe una palabra –lanzada desde hace poco a la circulación por monseñor Zacarías de Vizcarra– que, a mi parecer, designa con superlativa propiedad eso precisamente que la filosofía de la historia de España aspira a definir. La palabra aludida es 'Hispanidad'. Nuestro problema puede exactamente expresarse en los términos siguientes: ¿qué es la hispanidad?» (Signo, 23 enero de 1943).

Veremos en estas líneas cómo es más aceptable la frase del Dr. García Morente que las demás antes citadas, aunque quizá en alguna de ellas se habrá tomado «crear» en el sentido lato de «lanzar a la circulación», que admite explicación satisfactoria.

Antigüedad del vocablo material «Hispanidad»
Basta hojear los viejos diccionarios castellanos para encontrar en ellos esta palabra, aunque con diversa significación de la que ha recibido actualmente y con la esquela mortuoria de «anticuada». Así, por ejemplo, la quinta edición del Diccionario de la Academia, publicada en 1817, dice así: «Hispanidad, s. f., ant. Lo mismo que Hispanismo.» Y a continuación define así esta otra palabra: «Hispanismo, s. m. Modo de hablar peculiar de la lengua española, que se aparta de las reglas comunes de la Gramática. Idiotismus hispanicus.»

Tan antigua es esta palabra en su sonido material, que la encontramos en el Tractado de Ortographia y accentos del bachiller Alexo Vanegas, impreso en Toledo, sin paginación, el año 1531 y conservado como preciosidad bibliográfica en la Biblioteca de la Real Academia de la Lengua. «De los oradores –dice Vanegas– M. Tull. y Quinti. son caudillos de la elocuencia, aunque no les faltó un Pollio que hallase hispanidad en Quintiliano», &c. (segunda parte, cap. V).

Más aún: es probable que los romanos del siglo primero después de Cristo empleasen la palabra «hispanitas» (hispanidad) para designar los giros hispánicos del latín de Quintiliano, en el mismo sentido que el propio Quintiliano usa la palabra «patavinitas» (paduanidad) al hablar del latín, de Tito Livio. «Pollio –dice– deprehendit in Livio patavinitatem», es decir: «Polión encontró patavinidad (paduanidad) en Livio.» (De Institutione Oratoria, libro I, cap. V). Pero date o no date del siglo primero la materialidad de la palabra «Hispanidad» lo cierto es que no tenía la significación que luego se le ha dado, y era además inusitada hasta en su acepción gramatical.

¿Cuándo y por qué se desenterró esta [13] la palabra y se le infundió vida nueva, para encarnar dos conceptos modernísimos? Esto es lo que tratan de aclarar las presentes líneas.

Orígenes del «Día de la Raza»

El poeta y periodista argentino Ernesto Mario Barreda, en un largo artículo publicado en La Nación de Buenos Aires el 12 de octubre de 1935, narra sus visitas al puerta de Palos y al convento de La Rábida en 1908, la entrega que hizo de un álbum que la Sociedad Colombina dedicó al presidente de la nación argentina, la fundación de la Casa Argentina de Palos, llevada a cabo por el cónsul de aquella república en Málaga, el entusiasta hispanófilo D. Enrique Martínez Ituño, y la celebrada el día 12 de octubre de 1915 por primera vez con el nombre de Día de la Raza en dicha Casa Argentina.

El documento impreso que cita está encabezado así: «Casa Argentina. –Calle de las Naciones de Indias Occidentales. –Carretera de Palos a La Rábida. –Club Palósfilo. –Hijas de Isabel. –Día de la Raza, 12 de octubre de 1915.» Luego se copian unos versos del mismo poeta Barreda alusivos a las carabelas de Colón y se exponen las razones de la nueva festividad, epilogadas con este apóstrofe a España: «Reunidos en la Casa Argentina los Palósfilos y las Hijas de Isabel en este Día de la Raza, hacemos votos para que con tus hijas las Repúblicas del Nuevo Mundo formes una inteligencia cordial. Y un abrazo fraterno sea el lazo de unión de los defensores de la Ciencia, el Derecho y la Paz.»

Esta iniciativa encontró eco en América, y sobre todo en Buenos Aires, aunque no todos los que allí aplaudíamos la sustancia de la fiesta estábamos de acuerdo con el nombre con que se la designaba.

Con fecha 4 de octubre de 1917, el Gobierno de la nación argentina, con la firma del presidente y de todos los ministros, declaró fiesta nacional el 12 de octubre, dando estado oficial a la afortunada iniciativa particular nacida dos años antes en una Casa Argentina. Aunque en el texto del famoso y magnífico Decreto del Gobierno nacional no se habla de Día de la Raza ni se menciona siquiera la palabra «raza», sin embargo, la mayor parte de la Prensa se sirvió de aquella denominación, y se tituló «Himno a la Raza» el que compuso para el 12 de octubre del mismo año el patriota español don Félix Ortiz y San Pelayo, y fue cantado solemnemente en el teatro Colón por cinco masas corales reunidas.

Por las razones que luego indicaré no me satisfacía el nombre de Día de la Raza, que iba adquiriendo cada vez mayor difusión. Era necesario encontrar otro nombre que pudiera reemplazarlo con ventaja. Y no hallé otro mejor que el de «Hispanidad», prescindiendo de su anticuada significación gramatical y remozándola con dos acepciones nuevas, que describía yo así en una revista de Buenos Aires que no tengo a mano ahora en Madrid, pero que encuentro citada en la mencionada revista Hispanidad de Madrid, en el número de 1 de febrero de 1936: «Estoy convencido –decía en ella– de que no existe palabra que pueda sustituir a 'Hispanidad'... para denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás. Encuentro perfecta analogía entre la palabra 'Hispanidad' y otras dos voces que usamos corrientemente: 'Humanidad' y 'Cristiandad'. Llamamos 'Humanidad' al conjunto de todos los hombres, y 'humanidad' (con minúscula) a la suma de las cualidades propias del hombre. Así decimos, por ejemplo, que toda la Humanidad mira con horror a los que obran sin humanidad. Asimismo llamamos 'Cristiandad' al conjunto de todos los pueblos cristianos y damos también el nombre de 'cristiandad' (con minúscula) a la suma de las cualidades que debe reunir un cristiano. Esto supuesto, nada más fácil que definir las dos acepciones análogas de la palabra 'Hispanidad': significa, en primer, lugar, el conjunto de todos los pueblos de cultura y origen hispánico diseminados por Europa, América, África y Oceanía; expresa, en segundo lugar, el conjunto de cualidades que distinguen del resto de las naciones del mundo a los pueblos de estirpe y cultura hispánica.»

Estas dos acepciones nuevas de la palabra «Hispanidad» nos podían permitir reemplazar ventajosamente el vocablo «raza» que, como escribía yo en la mima revista, me parecía «poco feliz y algo impropio»; pero no figuraban todavía en los diccionarios. Por eso, en un escrito que publiqué en Buenos Aires en 1926 bajo el título «La Hispanidad y su verbo», y obtuvo amplia difusión en los ambientes hispanistas, elevaba a la Real Academia de la Lengua esta modesta súplica: «Si tuviéramos personalidad para ello, pediríamos a la Real Academia que adoptara estas dos acepciones de la palabra 'Hispanidad' que no figuran en su Diccionario.»

En efecto: en la decimaquinta edición del Diccionario de la Academia, publicada en 1925, seguía presentando la palabra «Hispanidad» como anticuada, con el sentido gramatical de siempre, en esta forma: «Hispanidad, f., ant. Hispanismo.»

Hubo que esperar a la decimasexta edición, divulgada oficialmente en 1939, para encontrar una nueva definición oficial de esta palabra que supone un progreso en la materia, aunque no nos parece todavía suficiente clara ni completa. Dice así: «Hispanidad, f. Carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura española. 2. ant. Hispanismo.» Esperamos que el progreso iniciado se completará en sucesivas ediciones del Diccionario oficial.

Impropiedad e inconvenientes de la denominación «Día de la Raza»

Absolutamente hablando, puede darse explicación satisfactoria a la denominación Día de la Raza tomando esta palabra en un sentido metafórico, equivalente a «tipo moral» cualquiera que sea la raza fisiológica a que pertenezcan los que lo comparten.

Pero como no se puede andar explicando continuamente a todo el mundo la significación impropia y translaticia del vocablo, asociamos instintivamente a la palabra su sentido fisiológico, y nos suena como cosa absurda hablar de «nuestra raza» a un conglomerado de pueblos integrados por individuos de muy diversas razas, desde las blancas de los europeos y criollos hasta las negras puras, pasando por los amarillos de Filipinas y los mestizos de todas las naciones hispánicas. En realidad, ni siquiera los habitantes de la Península Ibérica pertenecen a una sola raza. Desde los tiempos prehistóricos viven en España pueblos dolicocéfalos, braquicéfalos y mesocéfalos de las más diversas procedencias, que los historiadores no han sido capaces de fijar.

A la variedad de las razas prehistóricas se añadió luego la mezcla de fenicios, cartagineses, griegos, romanos, godos, suevos, árabes, &c., &c... que ha hecho cada vez más absurda la pretensión de catalogar racialmente a los mismos españoles peninsulares. Son, pues, inevitables las sonrisas cuando se habla de «nuestra raza» ante un auditorio de blancos, negros y amarillos y aceitunados, sobre todo si no es blanco el orador.
Por otra parte, tiene algo de matiz peyorativo para las demás razas del mundo el que nuestra supuesta «raza» no se llame «esta» o «aquella» raza determinada, sino precisamente LA RAZA por antonomasia.

No es necesario insistir más para ver las razones que me movieron a escribir que me parecía «poco feliz y algo impropio» el nombre puesto originariamente al Día de la Raza. Lo he podido comprobar experimentalmente en varias partes de América durante mi estadía de veinticinco años en ella.

Ventajas de la denominación «Fiesta de la Hispanidad»

El concepto de la «Hispanidad» no incluye ninguna nota racial que pueda señalar diferencias poco agradables entre los diversos elementos que integran a las naciones hispánicas. Es un nombre de «familia», de una gran familia de veinte naciones hermanas, que constituyen una «unidad» superior a la sangre, al color y a la raza de la misma manera que la 'Cristiandad' expresa la unidad de la familia cristiana, formada por hombres y naciones de todas las razas, y la 'Humanidad' abarca sin distinción a todos los hombres de todas las razas, como miembros de una sola familia humana. Es una denominación que a todos honra y a nadie humilla.

Todas las naciones hispánicas han heredado un patrimonio común, transmitido por antepasados comunes, aunque luego cada una de ellas haya aumentado su herencia con nuevos bienes y nuevas glorias, que constituyen el patrimonio intangible y soberano de cada una de ellas. Pero así como en las varias familias procedentes de un tronco ilustre la existencia de distintos patrimonios privados no impide el amor y culto de las glorias que abrillantan la común prosapia, así también en las naciones, sin menoscabo de las glorias privativas de cada una, cabe el amor y culto del patrimonio común, sobre todo cuando es necesaria la colaboración de todos los herederos para conservarlo y defenderlo.

La denominación «Fiesta de la Hispanidad» presenta a todos los pueblos hispánicos este aspecto agradable y simpático de nuestra gran familia de naciones y constituye una invitación para el estudio y cultivo del patrimonio común, que a todos enorgullece y a todos aprovecha.

Cómo sienten la «Hispanidad» aun aquellos que no sienten la «Raza»

El día 13 de octubre de 1935 se inauguró en Buenos Aires la estatua del Cid Campeador, levantada en el centro geográfico de la ciudad, en presencia del señor Presidente de la Nación, del señor embajador de España y de otras altas representaciones. Pronunciaron los obligados discursos oficiales dos oradores que no llevaban apellidos de origen español ni podían sentir el ideal de la Raza, pero que supieron sentir y proclamar el ideal de la Hispanidad.

El historiador argentino Dr. Ricardo Levene, al explicar la significación de la presencia del Cid en América la encontró en el concepto espiritual de la «hispanidad», que es común a todos los hispánicos, aunque no hayan heredado sangre española. «El pueblo del Cid –dijo–, como entidad ética, fue el creador de una actitud acerca de la fidelidad, acerca de la defensa del desvalido, la dignidad del caballero y el honor del hombre; no sólo el honor exterior, diré así, que nace obligadamente en las relaciones con los demás, sino el honor íntimo o profundo, que tiene por juez supremo a la conciencia individual. Del Cid en adelante, los héroes españoles e hispanoamericanos son de su noble linaje. Es que en América transvasó la desbordante vitalidad de la Edad Medía española, corriéndose impetuosamente por el tronco y las ramas la savia de la raíz histórica... La hispanidad no fue nunca la concepción de la raza única e invariable, ni en la Península ni en América, sino, por el contrario, la mezcla de razas de los pueblos diversos que golpeaban en oleadas sobre el depósito subhistórico. La hispanidad ha dejado de ser el mito del imperio geográfico... La hispanidad no es forma que cambia, ni materia que muere, sino espíritu que renace, y es valor de eternidad: mundo moral que aumenta de volumen y se extiende con las edades, sector del universo en que sus hombres se sienten unidos por el lado del idioma y de la historia, que es el pasado. Y aspiran a ser solidarios en los ideales comunes a realizar, que es el porvenir.» (El Diario Español, Buenos Aires, 14 de octubre de 1935, página 2.)

Después de este discurso, que tuve el gusto de escuchar al pie de la estatua del Cid, fue recibida ésta oficialmente, en nombre del Municipio de Buenos Aires, por el doctor Amílcar Razori, que con breves y sentidas palabras entregó «para la contemplación artística y enseñanza moral de los habitantes la figura legendaria del Cid Campeador, hijo de nuestra dilecta España, duro, recio e indómito como las llanuras de Castilla que le vieron nacer, bravío guerrero de las gestas más mentadas al través de los siglos en los campos de batalla y docto en las Cortes ciudadanas, defensor del débil, paladín de la honra, libertador de pueblos, sostén del derecho y de la justicia, paradigma y síntesis, en fin, de las nobles, de las grandes, de las profundamente humanas virtudes españolas.» (El Diario Español, página citada).

Misión ecuménica de la Hispanidad en todas las razas del mundo futuro

Este mundo nuestro que se derrumba, víctima de luchas raciales y apetitos materialistas, buscará un refugio de paz y fraternidad en las veinte naciones católicas de la Hispanidad, salvadas casi íntegramente del incendio de la guerra y relativamente inmunizadas contra las más peligrosas reacciones de la posguerra.

La Hispanidad Católica tiene que prepararse para su futura misión de abnegada nodriza y caritativa samaritana de los infelices de todas las razas que se arrojarán a sus brazos generosos. La Providencia le depara a corto plazo enormes posibilidades para extender en gran escala su acción evangelizadora a todos los pueblos del orbe, poniendo una vez más a prueba su vocación católica y su misión histórica de brazo derecho de la Cristiandad.

Por eso es necesario estrechar cada vez más los lazos de hermandad y colaboración entre los grupos más selectos de la Hispanidad Católica, prescindiendo de razas y colores mudables, para afianzar más las esencias inmutables del espíritu hispánico.

Conclusión

Creemos que estas líneas contribuirán a esclarecer más el origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad, y a justificar el empleo cada vez más universal de la denominación «Fiesta de la Hispanidad» en sustitución de la anterior, menos expresiva y simpática, de «Día de la Raza».

9/10/09

Sevilla, de Corte a checa y ¡¡ viva la Pepa !!

IU prohíbe un acto literario de Agustín de Foxá "por falangista"

ALBERTO GARCÍA REYES. SEVILLA (ABC)
Miércoles, 07-10-09


La delegada de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla, la comunista Josefa Medrano, prohibió ayer la celebración del homenaje literario al escritor madrileño Agustín de Foxá con motivo del 50 aniversario de su muerte que estaba anunciado en el Centro Cívico El Tejar del Mellizo, en Los Remedios. Tanto los organizadores del acto como los ponentes, Aquilino Duque y Antonio Rivero, se encontraron con una carta de la jefa de negociado de la zona Triana-Los Remedios, Cristina Paloma Torrego, en la puerta del Centro en la que se les anunciaba que «siguiendo las instrucciones de la delegada de Participación Ciudadana se le deniega el espacio solicitado para el acto a celebrar por su asociación el próximo día seis de octubre, de 20 a 21 horas, en el Centro Cívico Tejar del Mellizo, manifestándole que cualquier reclamación al respecto deberá hacerse a través de la Delegación de Participación Ciudadana». El permiso obtenido por la asociación Ademán, organizadora del acto, en el Ayuntamiento con fecha de 23 de septiembre no fue suficiente. El acto no se celebró en el edificio municipal, aunque los participantes decidieron llevarlo a cabo en plena calle después de llamar a la Policía para que levantara acta.

Javier Compás, uno de los responsables del acto, explicó a ABC que «esta situación se debe a que hay ciertos colectivos de ultra izquierda que han presionado al Ayuntamiento a través de internet y de las Juventudes Comunistas para que lo que ellos consideran actos de ultra derecha se denieguen. Es Torrijos quien directamente ha dicho que no se nos conceda, porque probablemente no sabe ni quién es Agustín de Foxá, que estuvo marginado por el franquismo. A él sólo le vale que estuvo afiliado a Falange porque era amigo de José Antonio Primo de Rivera. Es como si celebraran un homenaje literario a Alberti y la gente protestara porque era comunista. No hay una cosa más rancia que el estalinismo éste».

En la misma línea se expersó uno de los ponentes, el poeta sevillano Antonio Rivero: «vengo a hablar de su obra literaria, pues Foxá debe constar como que fue un gran poeta y un prosista excepcional, pero lamentablemente lo político interfiere, y no debería, con lo literario. Es un gran escritor y como tal yo lo iba a reivindicar». El otro conferenciante, el escritor Aquilino Duque, añadió que «estoy perplejo y en cierto modo honrado por ser objeto de esta distinción por parte de las autoridades. Esto es más importante que el hecho de que le den a uno la Medalla de Oro de Andalucía. Yo no he venido aquí a dar ningún mitin, sólo a hablar de su obra, pero vivimos en la época en que vivimos y tenemos la cultura que nos merecemos».

Es una muestra, más que evidente de lo mucho que estos aprendices de chequista aprecian la libertad de expresión; no nos extrañamos, les conocemos bien y sabemos de lo que son capaces, sólo hay que escucharles defender el aborto, la eutanasia, pedir la legalización de las drogas, comprender a grupos terroristas; sólo hay que visitar cementerios como el de Paracuellos o Aravaca (utilizados por ellos como fosas para enterrar inocentes a los que cobardemente fusilaban) para comprobar que su odio y su ira hacia lo que no es como ellos no tienen fin y que ni siquiera después de muertos dejan tranquilos a los mártires por ellos asesinados.
Que "la Pepa", una cacique militante del partido que más sangre tiene tras sus espaldas deniegue la autorización para celebrar un acto cultural es una villanía inadmisible que explica a qué nivel ha llegado la Dictadura que sufrimos, ... todos estos trepas instalados en el poder y mantenidos por los trabajadores son los que se quejaban del General Franco. No dista tanto esta Dictadura de la anterior, ya lo escribió el propio Foxá en su novela Madrid, de Corte a checa; ahora la delegada de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Sevilla nos lo ha vuelto a recordar con su acto de "fraternidad", "progreso" y "libertad", quedamos agradecidos, ¡¡ Viva la Pepa !!

1/10/09

"Genio y figura de España" de Ignacio B. Anzoátegui


Ficha: Ediciones Nueva Hispanidad .
Buenos Aires (Argentina), diciembre de 2.000. 84 páginas.

"Cinco personajes nos presenta este auto tan injustamente olvidado, uno de los mejores poetas de Argentina. Cinco hitos de la hispanidad, que expresan de manera egregia el -genio y figura- de España. A través de ellos, Anzoátegui intuye la quintaesencia de ser español".

"Nos parece que un hilo conductor puede enhebrar los personajes escogidos, y es lo que podríamos llamar -el espírirtu de caballería-".

"Que la lectura de este libro nos arranque del retrete y nos conduzca a los campos de batalla donde se libra el buen combate por Dios y por la Patria".

Prólogo del Padre Alfredo Saénz S.J.
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Comentario: El libro está dividido en cuatro capítulos que relatan el heroísmo, fundidos en la Reconquista, la Contrarreforma, el Imperio, ... del Cid, Don Quijote, Santa Teresa, Alfonso El Sabio y San Ignacio de Loyola. Con un estilo poético impecable y profundo el autor exalta virtudes que inspiraron una España Grande, tales como la Lealtad, la Caridad, la Tenacidad, la Prudencia, la Obediencia, ...

Pero no se recrea en ellas sino que, con ellas, su deseo es exaltar la España de la Espada y la Cruz, en un bonito canto reclama mediante sus grandes ejemplos que España reasuma se destino de santidad y reanude su destino caballeresco, en honor a la herencia recibida y conocedora de su Misión.

Nada más falangista, y por tanto, nada más actual que esta Verdad y nada más apropiado para refrescar nuestra alma y ordenar nuestra cabeza. Es un librito que se lee rápidamente, quizá en una invernal tarde de domingo, porque está escrito de forma íntima y ágil, "de corazón a corazón", conforme van saliendo las palabras de dentro de una conciencia amante de España, y de su obra magna, la Hispanidad.
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Autor: Ignacio B. Anzoátegui

Nació en La Plata el 25 de julio de 1905, y murió en la ciudad de Buenos Aires el 2 de abril de 1978. Estudió en el Colegio San José de La Plata y, luego, en el Colegio de La Salle de Buenos Aires, donde egresó como bachiller en 1920. Abogado, a los 22 años será Doctor en Jurisprudencia.

Ya desde 1926 se vinculó con los Cursos de Cultura Católica, de los que fue alumno. Sus críticas artísticas fueron publicadas en la Circular Informativa y Bibliográfica de los Cursos. Fue uno de los primeros colaboradores de “Criterio”, comenzando con las críticas cinematográficas, donde fue descripto como “uno de los pocos escritores argentinos capaces de llegar a adquirir intimidad comprensiva del séptimo arte” (“La Gaceta” de Madrid).

También publicó desde la segunda mitad de la década de 1920 en los más diversos medios, La Nación, La Nueva República, El Hogar, PBT, Caras y Caretas, Número, Baluarte, La Fronda, Crisol, Sol y Luna, Presencia, Nuestro Tiempo, Azul y Blanco, La Prensa, Clarín, Cabildo, Mikael, etc. Entre los medios del exterior pueden citarse, La Gaceta (Madrid), Il Frontezpisio (Florencia), Imperio (Roma), etc.

Fue docente secundario y profesor universitario. Fue subdirector del Instituto de Derecho Comparado Latino y Americano y auxiliar principal del Consejo Nacional de Educación entre 1930 y 1937. En 1931 fue Secretario del Ministro de Gobierno, Dr. Tomás D. Casares, de la Intervención Federal a la Provincia de Corrientes, a cargo del Dr. Atilio dell’ Oro Maini. En 1932 publicó su primer libro: “Romances y Jitanjáforas” ilustrado por Héctor Basaldúa. En 1934 recibió el Primer Premio de Prosa del Concurso Literario Municipal 1933 por su obra “Georgina Arnhem y yo”, con excelentes críticas en los principales medios. En 1938 se le otorgó el Tercer Premio de la Comisión Nacional de Cultura por sus “Tres ensayos españoles”, serie de polémicas conferencias dadas en los Amigos del Arte. En julio de 1944 fue designado Secretario de Cultura, cargo que desempeñó hasta abril de 1945, y a cuyas tareas asociará a Leopoldo Marechal y a Francisco Luis Bernárdez.

Escritor original y fecundo, descolló en todas las formas literarias que cultivó, destacándose siempre por su ingenio, unido a un manejo exquisito del idioma. Estaba casado con Josefina Padilla con quien tuvo 11 hijos. La Biografía está tomada de la web de la Editorial: