4/2/10

Carta tercera. Queremos que triunfe España

Cuando José Antonio hablaba en los pueblos lo hacía con el estilo llano de los mismos. Porque en el pueblo está la esencia de todo país. No era lo mismo que dirigirse a un auditorio de intelectuales que, por más exigentes, necesitaban de una mayor profundidad de conceptos. En el pueblo se puede hablar con ese lenguaje directo henchido de pasión con que el pensador lo hacía ya por costumbre.

De sus muchos recorridos por la geografía hispana, de norte a sur, acude a un pueblecito de Toledo, llamado Puebla de Almoradiel. Corría el mes de abril de 1934. Hubo mucha primavera en las palabras de José Antonio. Una primavera fuerte, serena, radiante y exenta de triunfalismos en boga. Por eso dijo en la citada población algo que sigue siendo una verdad constante de cada día: "Es preciso venir a hablaros y ponerse en contacto con los pueblos para aprender lo que es esta España, tan olvidada o maltratada por muchos y que, sin embargo, vosotros lleváis metida muy hondo, defendiendo con amoroso afán su nombre y su grandeza".

Más adelante señalaba que nuestra tierra es capaz de proporcionar una vida libre y verdaderamente humana a doble número de españoles de los que actualmente viven en ella ..."muchísimos en condiciones miserables, incompatibles con las mismas exigencias del hombre civilizado". Pero al exponer esta rápida visión, José Antonio no se deja llevar por trasnochados criterios, muestra su inquebrantable rebeldía cuando apuntilla sin rodeos: "Hoy lleva una vida chata, desfallecida, sin entusiasmos, encerrada entre dos capas que asfixian y comprimen. Por arriba le han quitado toda ambición de poder y de gloria; por abajo, todo justo afán de mejoramiento para sus gentes humildes".

¿Qué le impulsaba a José Antonio a decir todo esto? ¿A qué conclusión nos quería conducir? Señaló con limpieza que "ambas" provenían de que "hemos dejado de ser una fuerte unidad para convertirnos en toda clase de divisiones, con ventaja de políticos y de la farsa parlamentaria".

Creo, debemos creer, que estas palabras eran poner el dedo en la llaga de cuestiones palpitantes en su tiempo, No mostraba el más mínimo absentismo cuando trataba de denunciar, como lo hizo en la provincia de Toledo, situaciones que había que hacer converger en aspiraciones comunitarias. Por eso, como otro síntoma más de rebeldía -una rebeldía cimentada en valientes principios-, llegó a manifestar, otra vez más: "Nosotros no podemos tolerar ni estamos conformes con la actual vida española". Un clarinazo de atención. Una llamada al pueblo llano que, un poo ajeno al alambicado mundillo de las políticas, quería pan y justicia. Sin rodeos ni aceptación de promesas falsas.

Resulta mucho más importante aún, más definitivo en la conducta y en la expresión del pensamiento político joseantoniano, cuando él dice sin tapujos: "No queremos que triunfe ni un partido ni una clase sobre las demás; queremos que triunfe España, considerada con unidad, con un fin universal que cumplir, con una empresa futura que realizar y en la que se funden las voluntades individuales".

Como habéis podido comprobar, otra de las grandes constantes del pensamiento de José Antonio es su continua apelación al sentido de la unidad. Pero no una apelación rutinaria e informal. Una llamada a la necesidad de unidad por encima de oportunismos o de decrépitas creencias arbitrales. El decía que la vida es para vivirla, y que sólo se vive cuando se realiza o se intenta realizar una obra grande, y nosotros no comprendemos obra mejor que la de rehacer España.

Un hermoso pensamiento que sirve de reflexión para todos vosotros. La filosofía de la vida y de la existencia, cuando se va hacia una meta común. Una meta alcanzable solamente a base de esfuerzos denodados, de sentido claro de lo que queremos de verdad. Lo accesorio, por inútil, resultaría poco adecuado. Bien vale la pena vivir esa vida cuando laboramos cada día, con nuestros estudios o nuestro trabajo, hacia una meta individual y colectiva. Vosotros, vuestra formación intelectual o el esfuerzo cotidiano, también del trabajo de cada día. Bien vale la pena vivirlo así. De verdad.