18/12/10

Parecidos razonables, en físico y en servidumbre.

Conocida popularmente como Las Meninas, el cuadro fue titulado originalmente como La familia de Felipe IV y es, probablemente, la obra más importante del pintor español Diego Velázquez. Es una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones, con las figuras representadas a tamaño natural. Aunque no tiene firma ni fecha, por fuentes indirectas se data en 1656, año perteneciente al reinado de Felipe IV, penúltimo monarca de la dinastía de los Austrias. Había tenido lugar la caída del valido Conde-Duque de Olivares hacía más de diez años, y ocho años (1648) del final de la Guerra de los Treinta Años con el resultado de la Paz de Westfalia, cuyas consecuencias para España y el reinado de Felipe IV fueron una clara decadencia.

Según el inventario redactado tras la muerte de Felipe IV (1665), el cuadro se hallaba entonces en su despacho, lugar para el que fue pintado. Estaba colgado junto a una puerta, y a la derecha se hallaba un ventanal. Se ha conjeturado que el pintor diseñó el cuadro expresamente para dicha ubicación, con la fuente de luz a la derecha, e incluso que lo pensó como un truco visual: como si el salón de Las Meninas se prolongase en el espacio real, en el sitio donde el cuadro se exponía. Expuesta actualmente en el Museo del Prado de Madrid, es una de las obras pictóricas más analizadas y comentadas en el mundo del arte. El tema central es la infanta Margarita de Austria, aunque la pintura representa también otros personajes, incluido el propio Velázquez. El artista resolvió con gran habilidad todos los problemas de composición del espacio, la perspectiva y la luz, gracias al dominio que tenía del color y a la gran facilidad para caracterizar a los personajes. Un espejo representado al fondo de la pintura refleja las imágenes del rey Felipe IV de España y su esposa Mariana de Austria, según unos historiadores, entrando a la sesión de pintura, y según otros, posando para ser retratados por Velázquez; en este caso serían la infanta Margarita y sus acompañantes los que venían de visita para ver la pintura de los reyes.

En la parte derecha del cuadro y detrás de un reposado mastín español aparece nuestro personaje, María Bárbara Asquin. De origen alemán, era una enana hidrocéfala que a la muerte de su señora, la condesa de Villerbal y Walther, pasó a formar parte del servicio de palacio con paga, raciones y cuatro libras de nieve durante el verano. Tal vez, no solo por su parecido físico sino por la servidumbre mantenida con la dictadura de los partidos políticos que sufrimos en España, el cuadro está totalmente de actualidad, nos acerca a nuestra nueva Mari Bárbola, aquella antigua directora de DESINFORME SEMANAL, ¿era ese el título verdad?, también de los servicios informativos de TVE, bajo las faldas de Felipe y escritora de El País, que sigue repartiendo odio como una auténtica comisaria del NKVD, acusando de "fascista" todo lo que no es como ella, todo lo que no sigue el patrón sectario, como buena chequista o miliciana de hace más de un siglo. Premio Sabino Arana y defensora del sanguinario De Juana Chaos en numerosos artículos y apariciones televisivas

Hace unos meses, en el programa donde derrocha bilis, la periodista ultragubernamental Maria Antonia Iglesias llamaba a Juan José Cortés "padre espectáculo", embistió con agresividad,  vomitando que "hay que frenar esta demagogia insultante a la inteligencia de las personas que consiste en confundir los sentimientos lógicos y respetabilísimos de un padre o una madre que ha sufrido semejante afrenta con la reforma de las leyes" y le reprochaba haber saltado a los medios de comunicación para denunciar los graves defectos del código penal en España. 

Hace una semana, en otra función de ese circo televisivo se debatía ¿Se debe prohibir el uso del velo en la escuela pública española? Una disputa más, con más o menos la misma gente, los mismos alaridos y demás consignas... Sin embargo, algo desentonó, algo sorprendió y a la vez creó morbo para la audiencia en la mesa 'semirredonda' y fue el inaudito hecho de que Pilar Rahola se alineara con Isabel Durán y Alfonso Rojo y no con sus 'compis' de siempre María Antonia Iglesias y Enric Sopena. El grupo de la periodista catalana estaba a favor de la prohibición del velo y el de la Iglesias en contra. Marí Bárbola se indignó profundamente al ver sentada a Pilar Rahola en el bando de la 'derecha' y no se arredró en desacreditar a la separatista catalana con una gran cantidad de calificativos que nada tenían que ver con el tema central del debate. De nada le sirvió a Marí Bárbola que Rahola desarrollara su posición explicando que en Cataluña, por ejemplo, a muchas mujeres árabes que no portan el velo las escupen o que en carnicerías islámicas realizan descuentos del 20% en la compra de productos a las que sí lo llevan. Tampoco le sirvió la retahíla de humillaciones y vejaciones que sufren las mujeres árabes en los países donde rige El Corán. Nada, Mari Bárbola continuaba anonadada por ver a Pilar en el bando contrario hasta que llegó a la 'bajeza' (saliéndo nuevamente del tema del velo) de tildar de judía, de sionista, a Pilar Rahola, intentando hacerle creer al público que la controvertida catalana portaba un odio subyacente hacia todo lo árabe.

Que lástima que los españoles tengamos que sufrir, además de malos e inútiles políticos, perversos periodistas que pliegan su voluntad, su servicio, su servidumbre (en el pecado llevan la penitencia) y toda su voluntad a defender la causa de una casta destinada a destruir lo que a nuestros ancestros y a nuestras generaciones anteriores les costó muchísimo trabajo construir. Qué pena que semejantes enemigos de la Patria, continúen su labor sin rubor, sin vacilación y sin obstrucción. Por esto es necesario recomponer una Falange fuerte, unida y robusta, bien cimentada, que vuelva a alzar la bandera de la Patria, el Pan y la Justicia porque ellos tienen el poder ... nosotros la Poesía.