7/12/10

El Estado totalitario en el pensamiento de José Antonio

No, no era el Estado absorbente lo que José Antonio quería para España, y no lo era porque, en resumidas cuentas, empezaba por no aceptar el planteamiento liberal de pugna entre el individuo y el Estado y, por tanto, no cabía hablar de triunfo del uno ni del otro. Ni individualismo ni estatismo podía ser la fórmula falangista. El hombre como portador de valores eternos, con un destino eterno y la misión colectiva de los pueblos tienen un mismo fin. Por tanto, el Estado no puede estar en pugna con el hombre, sino encajado en una misma obligación, en la obligación de servir a esa unidad de destino. 

"Y entonces -decía José Antonio en el Círculo de la Unión Mercantil de Madrid el 9 de abril de 1935- el individuo tendrá el mismo destino que el Estado ..., y el día en que el individuo y el Estado integrados en una armonía total, vueltos a una armonía total, tengan un solo fin, un solo destino, una sola suerte que correr, entonces sí que podrá ser fuerte el Estado sin ser tiránico, porque sólo empleará su fortaleza para el bien y felicidad de sus súbditos. Esto es lo que debiera ponerse a hacer España en estas horas". ("Ante una encrucijada en la historia política y económica del mundo" Conferencia pronunciada por José Antonio Primo de Rivera, Obras Completas Edición Cronológica, Recopilación de Agustín del Río Cisneros, 1970, pag. 512)

Son cinco las ocasiones en que José Antonio aboga directamente por un Estado totalitario, con todas sus letras. La primera es en el discurso de la Comedia, dice allí: "Venimos a luchar porque un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes" (29 de octubre de 1933). Creo que es suficientemente claro el sentido que se da a la palabra; el sentido de Estado que se refiere a todos. Pero si no lo estuviera, la segunda de las ocasiones es cuando dice en los puntos iniciales a que antes nos referíamos: "El nuevo Estado, por ser de todos, totalitario, considerará como fines propios los fines de cada uno de los grupos que lo integran y velará como por sí mismo por los intereses de todos". La tercera vez es la recogida en el punto sexto de la norma programática: "Nuestro Estado será un instrumento totalitario al servicio de la integridad patria. Todos los españoles participarán de él a través de su función familiar, municipal y sindical. Nadie participará a través de los partidos políticos." La cuarta vez es en las manifestaciones publicadas el 11 de noviembre de 1934 en Blanco y Negro (Un hombre, un partido), en las que dice: "Una de dos, o el Estado socialista que imponga la Revolución, o un Estado totalitario que logre la paz interna y el optimismo nacional, haciendo suyos los intereses de todos". Se ve la intención exclusiva con la que el fundador de la Falange usa el término cuando en el discurso pronunciado en Carpio de Tajo el 25 de febrero de 1934 dice: "La Revolución hemos de hacerla todos juntos, y así nos traerá la libertad de todos, no la de la clase o la del Partido triufante; nos hará libres a todos al hacer libre y grande y fuerte a España".

Pero por si quedaba duda de que es este y no otro el sentido que daba al totalitarismo la Falange, ahí está (y esta es la quinta vez que lo acoge) la polémica, muy parecida a la encendida hace pocas horas, que sostuvo poco días después del mitin fundacional de la Comedia, en el Parlamento con Gil Robles y que le ofreció una inmejorable ocasión para precisar una vez más su pensamiento y para someter a crítica razonada las dos explicaciones que aspiraban a monopolizar el significado del Estado totalitario; una, la panteísta de divinización del Estado y anulación de la personalidad humana, que rechaza en absoluto; y otra, la del Estado integral: "El Señor Gil Robles entiende que aspirar a un Estado integral, totalitario y autoritario, es divinizar el Estado, y yo le diré al Señor Gil Robles que la divinización del Estado es cabalmente lo contrario de lo que nosotros apetecemos... Nosotros queremos que el Estado sea siempre instrumento al servicio de un destino histórico, al servicio de una misión histórica de unidad; encontraremos que el Estado se porta bien si cree en este alto destino histórico, si considera al pueblo como una integridad de aspiraciones, y por eso nosotros no somos partidarios ni de la dictadura de izquierdas ni de las derechas, ni siquiera de las derechas y de las izquierdas, porque entendemos que un pueblo es eso: una integridad de destino, de esfuerzo, de sacrificio y de lucha que ha de mirarse entera y que entera avanza en la Historia y entera ha de servirse". (19 de noviembre de 1933)

José Antonio empezó hablando de Estado totalitario, pero de un totalitarismo propio que nada tenía que ver con el totalitarismo conocido en el exterior. Más tarde renunció a usar el término por la cofusión peligrosa que se daba. Además le causaba mal humor la terquedad con la que todos aquellos querían desprestigiar a la Falange. Por lo tanto hizo un esfuerzo de eliminar el vocablo para evitar la confusión  de que los falangistas eran partidarios de los Estados absorbentes y panteístas. En una conferencia en San Sebastián afirma: "A nosotros se nos dice que somos panteístas del Estado. Pero no lo somos. Y si lo fuéramos, no seríamos nacionalsindicalistas". (José Antonio íntimo, enero de 1935, pag. 361). Copio del prólogo al libro ¡Arriba España!, de Pérez de Cabo, donde dice: "Pero como por el mundo circulaban tales y cuales modelos, y como uno de los rasgos característicos del español es su perfecto desinterés por entender al prójimo, nada pudo parecerse menos al sentido dramático de la Falange que las interpretaciones florecidas a su alrededor en mentes de amigos y enemigos. Desde los que, sin más ambages, nos suponen una organización encaminada a repartir estacazos, hasta los que, con más empaque intelectual, nos estimaban partidarios de la absorción del individuo por el Estado... ¡cuánta estupidez no habrá tenido uno que leer y oír acerca de nuestro Movimiento!".  (José Antonio íntimo, agosto de 1935, pág. 648)

A buen entendedor ... aún así en el anterior artículo precisé: entiéndase bien el término, porque ya presumía yo que usar el término iba a desatar cierta tormenta no siempre negativa, por otra parte. El término "totalitario" ciertamente no tiene en esa época la connotación peyorativa actual, puesto que el mismo Papa no duda en emplearlo. Pío XI explica el 18 de septiembre de 1938 en Castelgandolfo, ante los peregrinos de la CFTC, el sentido de sus condenas al nacionalsocialismo (Mit brennender Sorge) y del comunismo (Divini Redemptoris) y manifiesta: "Si existe un régimen totalitario, totalitario de hecho y de derecho, es el de la Iglesia: porque el hombre es la criatura del Buen Dios, el precio de la redención divina, el servidor de Dios destinado a vivir para Dios, aquí abajo, y con Dios en el cielo. No hay otro representante de las ideas, de los pensamientos y de los derechos de Dios que la Iglesia. Entonces, la Iglesia tiene el verdadero derecho y la obligación de reclamar la totalidad de su poder sobre los individuos: todo el hombre, el hombre eterno, pertenece a la Iglesia, porque el hombre entero, pertenece a Dios."