7/12/09

AVE MARÍA, GRATIA PLENA


La devoción de los españoles a la Reina de cielos y tierra, María Santísima, se remonta al principio del cristianismo. El templo del Pilar, levantado en Zaragoza por el Apóstol Santiago, es una prueba clara y terminante de que, aun viviendo en la tierra la Virgen María, España la honraba, veneraba y tributaba culto como a Madre de Dios e imploraba su auxilio como Madre de los hombres que gimen y lloran en este valle de lágrimas. Hemos de creer también que los españoles reconocieron desde el principio las gracias y dones con que Dios quiso adornarla, y entre ellos, su Concepción Inmaculada.

La Inmaculada Concepción en la época visigoda

San Fulgencio, que vivió al principio del siglo sexto, dice: "La Santa Virgen fué excluida enteramente de la primera sentencia."

San Ildefonso, Arzobispo de Toledo, que floreció a mitad del siglo VII, dice: "Erradamente se quiere sujetara la Madre de Dios a las leyes de la naturaleza, pues consta que ha sido libre y exenta de todo pecado original y que ha levantado la maldición de Eva." Este santo Obispo no se limitó a exponer su opinión sobre la Concepción de María, sino que mandó celebrar so1emnente la fiesta de la Concepción de la Madre de Dios.

El concilio IV de Toledo, celebrado el año 633, aprueba con elogio el Breviario reformado por San Isidoro, Arzobispo de Sevilla, en el que existe oficio de la Inmaculada Concepción de María, y en él se le llama preservada de la culpa original.

El concilio XI de Toledo, año 675, hace un elogio de la doctrina de San Ildefonso, dando a entender que se confirma en ella y designa a María con estas palabras: "La Santa e Inmaculada Virgen María".

Que el pueblo español creía unánimemente en la Concepción Inmaculada de Maria se desprende de una ley dada por el rey Ervigio en la cual se obligaba a los judíos a abstenerse de trabajos serviles en los días de fiesta de los cristianos, y entre las fiestas que cita se encuentra la de "Concepción de la Virgen María".

Los reyes españoles y el misterio de la Concepción Inmaculada

En el siglo XII, nuestro San Juan de Mata defendió en la Sorbona, de Paris, con tal elocuencia el misterio de la Inmaculada Concepción de María, que don Fernando Ramírez Luque escribe a este respecto: "Desde que la gran Universidad de Paris, casi por los años 1190, oyó a nuestro San Juan de Mata tratar tan sublimemente la cuestión de la inmunidad a todo pecado de María Santísima, quedó tan apasionada a este dulce misterio, que después, con sus libros, sus votos, sus censuras y sus alumnos, ha sido el muro de bronce de la sentencia pía. "

En 1384, don Juan I, rey de Aragón, mandó que se celebrase la fiesta de la Concepción Inmaculada en todas las provincias de España liberadas del yugo del islamismo. En el real decreto dice: "Así, Nos honramos con un corazón puro el misterio de la bienaventurada y feliz Concepción de la Santísima. Virgen, Madre de Dios; y Nos y todos los miembros de la real casa celebramos cada año la fiesta con toda solemnidad, del mismo modo que la han celebrado nuestros excelsas predecesores, quienes establecieron una Cofradía perpetua., Por ésta ordenamos que la fiesta de la Inmaculada Concepción se celebre todos los años perpetuamente con gran solemnidad y respeto en todos los Estados de nuestra obediencia."

El rey don Martín, hermano de don Juan I, impuso la pena de muerte a los que hablaran contra los créditos y pureza de la Concepción si no salen “en el término de diez días de la ciudad, villa o aldea en que pecaron, y en el de treinta días, a contar desde entonces, se marchen de nuestras tierras sin esperanza alguna de volver a ellas".

Los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel eran cofrades de la Cofradia de la Purísima concepción de la Preservada Virgen, y lo fueron igualmente su nieto Carlos V de Alemania y I de España, y, entre otros reyes de España. Felipe V, Fernando VI, Carlos III, Car1os IV Y Fernando VII.

El milagro de Empel

El 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueado por completo por la escuadra del Almirante Holak. El bloqueo se estrechaba cada día más y se agotaron los víveres y las ropas secas. El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Holak recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.


En ese momento crítico, un soldado del Tercio que estaba cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: «Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen Maria, esperaban en su bendito día». Un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, la flor y nata del ejército español. Sin embargo, este patronazgo se consolidaría cuarenta años después de que en la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854, se proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima.

Voto de defender el misterio de la Inmaculada Concepción

Fueron tan grande la devoción y entusiasmo de los españoles por la Concepción Inmaculada de Maria Santísima, que se fundó en España 1a Orden militar con e1 titulo de Milicia Cristiana de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen Maria. Fué instituida esta Orden el año 1624. Sus fundamentos son el juramento de obediencia a la Santa Iglesia Romana para 1a exaltación de la fe contra los herejes y conquista de Tierra Santa. Llevaba por hábito una cruz azul de1 centro de ella salía unos rayos de oro, y sobre ellos la Virgen como nos la describe el Apocalipsis, vestida del sol y coronada de estrellas con la luna debajo, de sus pies.

El rey Felipe II impuso ya como obligatorio a las Universidades españolas, por decreto de 24 de enero de 1604, que es la ley 17, título I, libro I de la Novísima Recopilación, el hacer voto de defender el misterio de la Concepción Inmaculada. El mismo voto o juramento hacían los demás estamentos, tanto civiles como militares, de España.

Claramente es ve esto en el memorial elevado por las Cortes al Papa, del cual son las siguiente palabras: "Todos los diputados de das Reinos de España que representaban todas sus provincias en las Cortes celebradas en 17 de julio de este año (1760), expresaron al Serenísimo Rey Católico la perpetua e innata piedad y religión de todos los que tienen el nombre español a la Santísima Madre de Dios y Reina de los ángeles, Virgen María, principalmente en el misterio de la Inmaculada Concepción, y que: siendo muy pocos las vasallos del Rey Católico que no están incorporados a alguna Orden Militar, Universidad, Ayuntamiento. Colegio, Cofradía u otro Cuerpo establecido legítimamente, se observa en todos ellos con el mayor cuidado que al entra haga ceda uno juramento solemne de sostener y defender con todo celo y hasta donde alcancen sus fuerzas el misterio de la Inmaculada concepción, cuyo juramento hicieron también el Rey Católico y los Diputados de los Reinos de España en las Cortes celebradas en el año 1621."

La Inmaculada Concepción es nombrada Patrona de España

El rey Carlos III, accediendo a los deseos manifestados por las Cortes; tomó como universal Patrona de toda la monarquía a la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción; A instancias de este monarca, el Papa Clemente XIII, por Breve de 8 de noviembre de 1760, confirma este Patronato de Maria en todos los dominios de España; manda que todo el clero, secular y regular, celebre la fiesta de la Inmaculada Concepción bajo el rito doble de primera clase y con octava y concede indulgencia plenaria y remisión de todos los pecados a los fieles que, debidamente dispuestos, visiten aquel día cualquier templo dedicado a Dios en honor de su Santísima Madre.

Con otro Breve amplia y extiende a el clero el oficio y misa de la Concepción, como practicaba ya la Orden seráfica.

Finalmente, con otro Breve autoriza Clemente XIII para que en la Letanía lauretana, después de decir "Mater intemerata", se añada "Mater inmaculata".

Más tarde el Romano Pontífice Gregorio XVI, a instancias del Cardenal Arzobispo de Sevilla, concedió que en la misma Letania se d1ga "Regina sine labe original concepta".

Definición dogmática

La definición contenida en la bula Ineffabilis Deus, de 8 de diciembre de 1854, es del tenor literal siguiente:

.. Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho

" Bula Ineffabilis Deus"'

La Inmaculada y las ciencias y artes españolas

Cuando la ciencia española llegó a mayor altura y dirigían sus sabios el movimiento científico del mundo civilizado, juraban las profesores de las Universidades más famosas defender hasta morir el privilegio rnariano, Así lo hicieron las Universidades de Valencia, Salamanca, Sevilla, Granada., Valladolid, Oviedo, Compostela, Oñate, Baeza, Alcalá, Osuna, Huesca, Barcelona, Zaragoza, etc, , y de tal modo estaban convencidos de la certeza de su doctrina, que ninguna de las Universidades de España se volvió atrás de su voto.

Los artistas españoles se elevaron a la cumbre de la inspiración cuando pintaron o cantaron el misterio augusto de la Concepción sin mancha de María.

¡Concepciones de Ribera, de Juan de Juanes, de Antolinez, de Valdés Leal y de Murillo! Las almas de estos artistas volaron al cielo, contemplaron allí la belleza idea1 de la Inmaculada y la trasladaron a sus cuadros, joyas del arte ambicionadas por todos los museos del mundo.

De la poesía española han brotado los cánticos más inspirados, 1as estrofas más líricas y bellas en honor de la Purísima Concepción.

Contemplad los floridos y aromáticos rosales de sus poemas, desde "El duelo de la: Virgen", en e1 siglo XII, hasta los líricos del siglo XIX. Repasad las "Cantigas del rey sabio", el "Cancionero" ,de Baena, el "Cancionero general". Subid a las cumbres más elevadas de la literatura, y si preguntáis a Lope de Vega, a Tirso de Molina, a Calderón, etc.., cuál es el ideal que les inspiraba en las obras más portentosas de su ingenio, os contestarán que la Pureza bellísima de la Inmaculada Concepción.

El pueblo español y la Inmaculada

El gran amor del pueblo español ha sido siempre la Virgen Maria. Imposible encontrar un templo en España que no tenga una imagen de Maria; imposible encontrar un hogar en donde no se venere y se invoque a la Reina de cielos y tierra con el dulce nombre de Madre.

El pueblo de España expresa el amor que tiene a la Purísima en sus cantares, en los gozos de las iglesias, en las jotas en los romances de los ciegos y de las abuelas, en las plegarias mezcladas de piropos que manan muchas veces de corazones tristes, que, en su dolor, ponen la única esperanza en el auxilio de la Virgen sin mancilla.

Cuando se va a entrar en una casa, dice el pueblo: "Ave Maria Purísima", y la contestación que da el mismo pueblo es ésta: "Sin pecado concebida"; la oración que todos los españoles aprendemos desde niños es: “Bendita sea tu pureza ..., y eternamente lo sea..."; por la mañana, al mediodía y por la tarde, cuando las campanas tocan el "Ángelus", todos dirigimos nuestro pensamiento a la Santísima Virgen saludándola y felicitándola, porque, al hacerla Madre de Dios, el omnipotente también la hizo "gratia plena", llena de gracia, esto es, Inmaculada. ¿Quién puede poner en duda que el pueblo español es el defensor más decidido, el trovador más ferviente, el poeta más inspirado y el hijo más amante de la Inmaculada Virgen Maria?

Desde que nace nuestra Patria se une de tal forma a la Virgen María, que ya no habrá modo de separarla del regazo maternal de su Rema y Madre; y cuando descubre un mundo nuevo, lleva a este mundo, juntamente con la civilización cristiana, el más preciado de los dones espirituales y la más grande de todas 1as esperanzas; el culto a la Reina y Madre de misericordia, María Santísima, haciendo nacer en los corazones de veinte pueblos estos dos grandes amores: el amor a la madre Patria, España, y el amor a la Madre celestial, la Pura e Inmaculada Concepción.