29/9/09

Ramón de Basterra


A los jóvenes dolorosos

Oh, joven doloroso, joven triste
Que sufres como yo el mal de España
Y que una negación honda, en tu entraña
Tienes, clavada, contra lo que existe.

Tu virgen corazón vibra de saña,
De santa saña porque no tuviste
Lo que pidió tu amor cuando naciste:
De la Patria, una idea y una hazaña.

La general inepcia fué el veneno
Que atosigó tu juventud vehemente,
Y de asco y de dolor yo te sé lleno.

Mas el futuro es nuestro y esa gente
Que hizo nuestra desgracia, ¡ se va al cieno!
Hermano, aquí va un ósculo a tu frente.

AÑO MCMXVII


Biografía

Ramón de Basterra y Zabala nació en el número 1 de la calle Bidebarrieta de Bilbao, un 31 de agosto de 1888; poeta, diplomático y escritor español del Novecentismo. Se licenció en Derecho y entró en la carrera diplomática desempeñando cargos como el de agregado en Roma (entre 1915 y 1917), Bucarest (desde junio de 1918) y Caracas (1924). En cada uno de esos tres destinos fraguó una obra, cuya matriz se encuentra en Roma, donde Basterra encuentra el sentido universal de España en la historia. En Rumanía estudia a Trajano; en Caracas la Compañía Guipuzcoana de Navegación, de donde saldrá "Los navíos de la Ilustración", una exaltación del carlotercismo español.

Escribió en la prensa local vasca (Euzkadi, El Nervión, El Pueblo Vasco y El Liberal), además de algunos artículos y poemas en la afamada revista Hermes. Participó en la llamada "Escuela Romana del Pirineo", un grupo informal que no va más allá del voluntarismo del propio Ramón de Basterra y de las tertulias vespertinas del bilbaíno café Lyon D'Or en torno a intelectuales de la talla de Pedro Eguillor, Jacinto Miquelarena, Pedro Mourlane Michelena, Fernando de la Quadra Salcedo, José Félix de Lequerica, Rafael Sánchez Mazas y Joaquín de Zuazagotia. Su primera obra lírica, Las ubres luminosas, (1923), se caracteriza por el sentimiento del paisaje, por las ideas humanísticas y por los problemas vascos. En el poema "Los labios del monte", paisaje y tradiciones vascas se funden en una amplia síntesis histórica. Es el creador de un mito: Virulo, cuyos cantos correspomnden a dos momentos del estilo del autor. En Virulo, mocedades (1924), se muestra barroco, gongorino y virtuoso de la poesía pura. En Virulo, mediodía (1927), el poeta supera la etapa anterior y se anticipa a su época; de un salto se sitúa en las avanzadas de la Vanguardia. Con técnica del Futurismo canta la máquina y el destino fecundo de los pueblos hispánicos: la "Sobrespaña", lírica concepción del Mundo Hispano, desde los Pirineos a las Filipinas, que supone un claro precedente del concepto de Hispanidad, tal como fue concebido por Ramiro de Maeztu. Hay en este vasco una concepción imperial basada en el Poder, el Saber y el Amor. “Por el Poder –basado en la Economía- se llega a los hitos del dominio real de las cosas. Por el Saber –basado en la Cultura- se llega a la Universalidad. Por el Amor, se llega hasta Dios”.

Su producción en prosa comprende La obra de Trajano (1921), que es un conjunto de impresiones del Basterra viajero por Rumanía, alternadas con evocaciones históricas que parten de los tiempos del emperador y llegan hasta el siglo XX. Se suceden repetidamente presente y pasado con la intención de ensalzar la misión civilizadora de Trajano en la Dacia rebelde. Los navíos de la Ilustración (1925), libro que completa la bibliografía de este singular poeta. El profesor Martínez Cachero dice que “un poeta tal vez más interesante por lo que desea decir –en algunas ocasiones al menos- que por la manera de decirlo”. Y Juan Ramón Jiménez. “Toda su obra, su rica obra descompuesta, desplazada, trocada, nacida en hermosa ruina, frondoso paraíso de bruto delicado, náufrago recto del oleaje de dos lenguas tremendas y sutiles, es una trágica liricata vascoespañola, flor, luz rara de bilbaíno progresista, retrógrado, férreo lirial , católico anticristista”. Eugenio d'Ors lo consideró imprescindible en la biblioteca de todo joven con ambiciones culturales, y Gerardo Diego lo incluyó en la edición de su antología canónica Poesía española contemporánea en 1934. Basterra se encontraba en su casa de Plentzia en la primavera de 1928, cuando le sobrevino una crisis de salud definitiva, que le llevará al Sanatorio de Santa Águeda en Madrid, donde fallece el 17 de junio.

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